1. Casinos legales y glamorosos
En La Habana, antes de 1959, los casinos eran parte de la vida nocturna y turística. Funcionaban en hoteles como el Nacional o el Riviera, y estaban llenos de espectáculos, luces y lujo. Era normal para los cubanos y visitantes disfrutar del juego en un ambiente abierto y legal.
👉 En Nueva York, los casinos eran ilegales. Recién en 1976 Atlantic City legalizó el juego, casi dos décadas después.
2. Acceso a habanos frescos y baratos
El cubano de los años 50 podía comprar habanos de la mejor calidad casi en cualquier esquina. El puro era parte de la identidad nacional, un producto cotidiano y accesible.
👉 En Nueva York, en cambio, los habanos eran un lujo de importación, caros y reservados a las élites.
3. Música afrocaribeña en vivo en cada esquina
El son, el mambo, el cha-cha-chá y la rumba eran parte del día a día en Cuba. Desde los clubes como el Tropicana hasta las calles de barrio, la música era omnipresente.
👉 Nueva York tenía una fuerte escena de jazz y swing, pero no esa mezcla única afrocaribeña que nacía en Cuba.
4. Playas tropicales cerca de la ciudad
Los habaneros podían ir en media hora a playas paradisíacas de agua turquesa, como Varadero o Santa María del Mar. El clima tropical hacía posible disfrutar del mar todo el año.
👉 En Nueva York, las playas existían (Coney Island, Rockaway), pero el frío del Atlántico y las estaciones limitaban mucho su atractivo.
5. Vida nocturna sin límites de horario
En Cuba, bares, clubes y cabarets permanecían abiertos hasta el amanecer. La Habana era una ciudad que nunca dormía, con espectáculos de talla mundial y un ambiente internacional.
👉 En Nueva York, aunque había vida nocturna, las restricciones legales y los horarios más estrictos marcaban una gran diferencia.